Cuando parecía haberse superado la dura “travesía por el desierto” que han supuesto los dos últimos años para el grupo constructor que hace ahora 25 años constituyeron los ex Ferrovial, Sres. Loureda, Sanjuán y Del Rivero, en los que a la caída del negocio constructor en España, al mal momento por el que ha venido, y viene atravesando, su filial inmobiliaria Vallehermoso, hubo que sumar la caída de la cotización de los títulos de Repsol con las dificultades que le supuso para el grupo mantener las garantías pactadas en el crédito asumido para la adquisición del mismo.
Como decíamos, una vez superada esta muy difícil etapa, ahora que las acciones de Repsol están en un buen momento, lo que le supone al grupo constructor suculentas plusvalías latentes, y que el Santander ha decidido liderar la pool de bancos para la renovación del crédito de casi 5.000 millones de euros, que vence a finales de ejercicio, lo cual le permitirá seguir manteniendo en cartera estas acciones a la espera de poder liquidarlas en optimas condiciones, cuando en definitiva se creía superado el mal momento, hasta el punto de retomar la buena costumbre de repartir dividendos, hete aquí que el núcleo de accionistas de referencia del grupo se escinde en dos con dispares puntos de vista (léase intereses), posturas que se teme puedan llegar a ser irreconciliables.
Por un lado, el grupo de los ejecutivos del grupo, Del Rivero, Manrique y el ex presidente Loureda, que en conjunto controlan en torno a la tercera parte del capital, y, por otro, el también fundador del grupo Sr. Sanjuán, junto con el máximo accionista del grupo y último en llegar, el empresario canario Sr. Carceler, y el siempre díscolo Juan Abelló, que en conjunto controlan algo más de la cuarta parte de capital. Mientras, el resto de accionistas de referencia de Sacyr, el grupo de cajas y los grupos Fuertes y Carreter, que, en conjunto controlan otra cuarta parte del grupo, se sitúan, como se suele decir en estos casos, a la espera de acontecimientos.
Según parece, las hostilidades vienen por el hecho de que al Sr. Carceler, más que Sacyr, lo que le interesa es el 20% de Repsol que controla el grupo (el Sr. Carceler de siempre ha estado ligado al negocio petrolero), participación que pretende hacerse a base de intercambiar acciones de Sacyr por acciones de la petrolera, además de efectivo.
En cuanto a Sanjuán y Abelló, las diferencias con Del Rivero están más relacionadas con el tipo de gestión. Según parece, la faraónica obra de ampliación del Canal de Suez no va por buen camino, lo que de confirmarse o, mejor dicho, de no reconducirse podría terminar siendo un golpe difícil de digerir para el grupo. Y es que no podemos olvidar que, a pesar de la mejora de la situación del grupo con respecto a la que sufría hace un año, no deja de ser muy vulnerable con un endeudamiento que muchos califican de excesivo y con un negocio, el constructor e inmobiliario, si más no, a nivel doméstico que pasa por un mal momento y con tendencia a peor.
Si bien son muchos los que confían en la indudable capacidad de Del Rivero por superar situaciones adversas también son muchos los que opinan que en esta ocasión una lucha fraticida en la cúpula de Sacyr es un lujo que el grupo Sacyr no puede permitirse.
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