martes, 13 de septiembre de 2011

El inefable Mr. BdE

En un primer momento se nos dijo no sólo que el problema era la burbuja inmobiliaria, sino que, para mayor escarnio, después de la quiebra de Lehman en septiembre de 2008, se nos quiso tranquilizar a base de declaraciones tales como que nuestros bancos y cajas eran algo así como un modelo de gestión a seguir por la comunidad financiera internacional. Postura que, como recordarán, defendieron con igual firmeza y mendacidad tanto el Gobierno, con el Sr. Rodríguez Zapatero a la cabeza, como el Gobernador del Banco de España, Sr. Fernández Ordoñez.

De estas escandalosas y vergonzantes afirmaciones se pasó a peregrinas afirmaciones como la de que la crisis que había contaminado a nuestros bancos y cajas era inmobiliaria pero que, a pesar de ello, la situación de nuestros bancos era buena. Sin embargo, en realidad la situación no sólo no era buena (en especial en las cajas), sino que era muy mala, hasta el punto de tener que acudir, en algún que otro caso, el Banco de España en su auxilio para evitar lo peor.

Aún así, se insistía en que la crisis era fruto de la cantidad de familias que no podían hacer frente al pago de las cuotas mensuales de sus hipotecas, algo que tampoco era cierto, ya que el crédito hipotecario familiar es el que menor tasa de mora registra (apenas llega al 2,5%, muy por debajo del 6% de media).

El problema está en el crédito al promotor inmobiliario, que, por cierto, nada tiene que ver con el hipotecario de acceso a la vivienda. Sector, éste último, al que se le concedieron más de 300.000 millones de euros (la mitad para la compra de suelo, buena parte del cual estaba sin calificar urbanísticamente) y que, a día de hoy, registra una tasa de morosidad que supera el 20%.

Pero, aún peor, es el problema al que se enfrenta el sector financiero español, ya que gran parte del crédito concedido se dio a muy largo plazo (en los créditos hipotecarios se llegaron a superar los 35 años), con dinero foráneo y a base de créditos a medio plazo concedidos por la comunidad financiera internacional, lo que no deja de ser una estrategia, además de peligrosa, contraria a la más elemental ortodoxia bancaria.
Hoy, nuestros bancos y cajas no sólo no son capaces de proveer a la economía productiva del crédito que le demanda, sino que se las ven y se las desean para hacer frente a sus vencimientos de crédito frente a la banca extranjera.

Fiasco financiero del que, además de los gestores de cada entidad en particular, cabe hacer responsable al Banco de España por haber permitido y, en alguna medida, alentado (cuando debía de haberla denunciado) esta peligrosa forma de actuar.

El Banco de España no debía haber permitido que nuestros bancos se excedieran en sus créditos más allá de sus depósitos, no debía haber permitido el financiar hipotecas a plazos a todas luces imposibles (y menos hacerlo en un volumen por encima de sus posibilidades a base de créditos de la banca extranjera concedidos a medio plazo) y tampoco debía haber permitido la concesión de más de 300.000 millones de euros para la especulación inmobiliaria, factor éste que ha sido la “bomba de aire” que ha inflado la burbuja inmobiliaria.
No deja de ser un ejercicio de hipocresía el denunciar la burbuja inmobiliaria y, por otro lado, alentar su creación.

Es por todo ello, por la (a todas luces) nefasta actuación del Sr. Fernández Ordoñez al frente del Banco de España por la que pedimos su dimisión, primer paso para lograr la reconversión del sector. Proceso éste sin el cual no cabe hablar ni de recuperación económica, ni de “brotes verdes”, ni de creación de empleo.
De ahí nuestra demanda.

¡¡Váyase Sr. Fernández Ordoñez!!